Sus manos bailaban al son del viento, aunque ella no sabía bailar. Susana, a pesar de parecer siempre nerviosa, tenía temblores que aparecían incluso en sus momentos más calmados. Su enfermedad le hacía actuar así y le generaba grandes inseguridades. Siempre quiso saber por qué ella tenía que ser así y el resto de personas que conocía eran distintas, cosa que le parecía una gran injusticia. A sus 17 años, Susana sabía perfectamente todo lo que ocurría y aunque quisiese armarse de razón, sus emociones palpitaban a flor de piel llenándola de angustia y pena.

Un día decidió coger un desvío al salir del instituto, yéndose al parque que tenía a 2 manzanas de su casa. Era primavera y las flores jugaban a pintar cada rincón del parque con colores llenos de vida. Allí estaba una mariposa azul como el mar revoloteando entre el mosaico de colores. Susana, hipnotizada por la escena, fijó su atención en la pequeña mariposa que tenía delante.
Se dio cuenta de que el insecto también temblaba, pues su vuelo era impreciso y con una dirección bastante impredecible. No pudo evitar sentir mucha pena por ella, pues la mayoría de mariposas no suelen superar el mes de vida. “¿De verdad el poco tiempo de vida que tienen lo tienen que vivir temblando en sus vuelos?” pensó. Le parecía injusto que ella y
aquella mariposa tuviera que ser diferentes al resto. “¿No te gustaría volar como un majestuoso águila, pequeña mariposa?” dijo en voz alta, lo cual le hizo ruborizarse al pensar que alguien la podría haber escuchado.

De repente la mariposa voló hacia ella y le esparció escamas de zafiro que caían de sus hermosas alas. Susana al instante comenzó a oir una voz diminuta que provenía de la mariposa: “Mi vuelo, aunque tembloroso, no tiene dudas para llenar la vida de color como hacen mis amigas las flores. Nunca compares tu forma de volar, niña, pues si amamos nuestra forma de volar, ni siquiera el águila puede dar sombra al color de nuestras alas”

Susana dio un respingo al oír la sabiduría de la mariposa, pero su preocupación no se fue del todo, pues ella sabía que no todo el mundo lo veía de esa forma y muchas personas se le quedaban mirando de vez en cuando con cara de lástima. Ella odiaba que todos se
compadecieran de ella, pues solo quería que el mundo asimilara que ella era igual que cualquier otra persona.
La mariposa, como si hubiera adivinado sus pensamientos, dijo: “Todo es cuestión de tiempo, pequeña humana. Las mariposas hemos sido todas orugas, y no somos bien vistas a ojos
ajenos, pero cuando desplegamos nuestro encanto como adultas, incluso los más hipócritas se maravillan por nuestro tan peculiar vuelo donde plasmamos dibujos de escamas en el aire.
Nuestras vidas son cortas; si decidimos volar libremente, te aseguro que más de una cara de asombro veremos. En cambio, si decidimos castigar nuestro vuelo, nadie verá los hermosos colores que tenemos el poder de mostrar”.

Susana rompió a llorar al oír estas últimas palabras. Su liberación recorría todas las partes de su cuerpo y sintió tanta fuerza que solo pudo expresarla gritando una frase que cambiaría el rumbo de su vida: “¡Quiero volar!”


2024 ACTA del IX Certamen Literario de la Asociación Parkinson León

León a 19 de mayo de 2024
El jurado, compuesto por:
– Eva María Riber Herráez
– Andrés Martínez Trapiello
– Enrique Fernández Fernández

Ha decidido por unanimidad otorgar
El primer premio del IX certamen literario de la asociación Parkinson León a: Doña Sara García de Pablo por su trabajo “Manos de olas”
Y el segundo premio a: Don Samuel Pintos González por su obra: “El vuelo de la mariposa”

Subvencionado por:

Funación ONCE